sábado, 12 de noviembre de 2011

Sistema electoral. Reformando la democracia (II): Estados Unidos, Francia y Alemania


ESTADOS UNIDOS

Del modelo americano se pueden sacar dos notas fundamentales, al compararlo con el modelo español: 1) El carácter indirecto del sufragio 2) El concepto del “Midterm”.

La democracia americana es de tipo presidencialista, con una fuerte separación entre las funciones del presidente, de las cámaras (incluso de ellas entre sí) y del poder judicial. La elección del presidente se basa en un complejo sistema de primarias conforme al cual, los candidatos van recibiendo apoyos de sus afiliados desde un nivel local hasta competir para representar a su partido a nivel federal. Se dice que en Estados Unidos se elige a personas antes que a partidos, pero lo cierto es que, una vez elegidos los candidatos a las elecciones presidenciales, la elección por parte del ciudadano americano se realiza a través de compromisarios.

El Colegio Electoral americano está formado por 538 compromisarios repartidos entre los distintos estados en función del número de congresistas y senadores elegibles en ellos –el estado de Tejas elige 38 representantes, el de Nueva Cork, 29, por citar dos ejemplos–. Son estos compromisarios (y no los ciudadanos) quienes eligen al presidente de los Estados Unidos. El sistema electoral es el conocido como mayoritario o de mayoría relativa –Winner takes all– y el partido que gane en un estado, se lleva todos los compromisarios. Eso, unido a la disciplina de partido, resulta en que el partido que obtenga 270 compromisarios gana las elecciones, es decir, convierte a su candidato en presidente. Este sistema ha comenzado a ser criticado, desde 2001, por ser considerado arcaico, ofrece excesivo poder a determinados estados pequeños, frente a los grandes –merma en proporcionalidad– y menos democrático que una elección directa, pero, a pesar de varias modificaciones, ninguna reforma de calado ha sido operada hasta la fecha.

Por otro lado, si bien las elecciones presidenciales tienen lugar cada cuatro años, las legislativas son cada dos –el senado se renueva por terceras partes y el congreso por completo cada dos años–  con lo cual los ciudadanos americanos pueden, cada dos años, rectificar su opinión expresada en forma de voto con importantes implicaciones, debido a la división estricta de poderes a que hacíamos referencia.

FRANCIA

Ya en el viejo continente, el sistema electoral francés parte de un modelo de corte presidencialista, como ocurre en Estado Unidos, pero se basa en la elección de tipo proporcional, no mayoritaria y la elección de los candidatos es realizada por los ciudadanos directamente (excepto en las elecciones al senado, en el que el sufragio es indirecto).

El método de elección consiste en un sistema a doble vuelta. En una primera, se presentan todos los candidatos o partidos y, los que obtengan un mínimo de sufragios, pasan a una segunda vuelta. En el caso de las presidenciales, si un partido obtiene la mayoría absoluta gana automáticamente, sino, los dos partidos más votados pasan a una segunda vuelta.

La importancia en el sistema francés radica en la separación de funciones entre el Primer Ministro (elegido por la asamblea, encargado fundamentalmente de la política interior) y el presidente (con funciones protocolarias y de relaciones exteriores), de suerte que, cuando no coinciden las elecciones al parlamento y presidenciales, nos encontramos con un efecto “Midterm” similar al americano, con importantes consecuencias a nivel político, especialmente en caso de “cohabitación” (presidente y primer ministro de distinto partido).


ALEMANIA

El sistema alemán, que ha sido mencionado en alguna ocasión por nuestros políticos consiste en un doble voto.

En el primer voto se elige a un diputado en circunscripciones uninominales (gana el candidato con la mayoría de votos). El segundo voto es a listas cerradas y bloqueadas en cada Land, siguiendo un sistema proporcional con escrutinio por el método Hare.

En la práctica, es el segundo voto, el voto al partido, el que se usa para distribuir los escaños, pero el primer voto sirve para elegir quien ocupa esos escaños. En el caso que un partido obtenga más diputados por el primer voto que los que le corresponden por el segundo, se amplía el tamaño de la cámara para poder mantenerlos.

De esta manera, se consiguen varios efectos. Uno principal, es la complejidad del sistema, tanto para el votante como para el escrutinio. En segundo lugar, una mayor proporcionalidad. Pero fundamentalmente, lo que se logra es una mayor satisfacción del elector, que puede, aparte de votar a su partido de elección, votar a un candidato, con nombre y apellidos, en su circunscripción.

En la próxima entrada, veremos unos cuantos ejemplos comparados más, haciendo especial referencia al modelo suizo y sueco, que merece la pena conocer.

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